En pleno corazón de la Sierra de Tramuntana, se despliega un intrincado entramado de antiguos senderos que dan vida a
la rica historia de la producción de aceite. Estas rutas serpentean a través de paisajes imponentes, ofreciendo una
experiencia visual espectacular y revelando el rico legado agrícola que se fusiona con el paso del tiempo.
Siguiendo estos caminos, se desvela un pasado arraigado en la tierra. Antiguas casetas de carboneros, testigos
silenciosos de laboriosas jornadas, se alzan en medio de este paisaje, junto a silos de carbón que testimonian la dedicación
a la artesanía del pasado. Los hornos de cal, en su majestuosa simplicidad, evocan épocas donde la transformación de la
piedra era un arte.
Los manantiales y las ancestrales canalizaciones de agua danzan al compás de la topografía, llevando consigo la esencia
vital que ha alimentado estas tierras a lo largo de los siglos. Al lado de estos cauces, se alzan las casas de huerto,
guardianas de secretos agrícolas que han perdurado a través de generaciones.
Entre la vastedad de este paisaje, las ovejas mallorquinas, símbolos vivientes de una tradición ancestral, completan este
cuadro, recordando la simbiosis entre la naturaleza y la actividad humana.
Estos senderos son narradores silenciosos de un pasado esplendoroso que revela capítulos entrelazados de una historia
que perdura en la majestuosidad de la Sierra de Tramuntana.